2/06/2007

El hombre del piano


Esta es la historia de un sabado
de no importa que mes
y de un hombre sentado al piano
de no importa que viejo cafe.
Toma el vaso y le tiemblan las manos
apestando entre humo y sudor
y se agarra a su tabla de naufrago
volviendo a su eterna cancion.

Toca otra vez viejo perdedor
haces que me sienta bien
es tan triste la noche que tu cancion
sabe a derrota y a miel.

Cada vez que el espejo de la pared
le devuelve mas joven la piel
se le encienden los ojos y su ni~ez
viene a tocar junto a el.
Pero siempre hay borrachos con babas
que le recuerdan quien fue
el mas joven maestro al piano
vencido por una mujer.

Ella siempre temio echar raices
que pudieran sus alas cortar
y en la jaula metida la vida se le iba
y quiso sus fuerzas probar.
No lamenta que de malos pasos
aunque nunca desea su mal
pero a ratos con furia golpea el piano
y hay algunos que le han visto llorar.

Toca otra vez...

El microfono huele a cerveza
y el calor se podria cortar
solitarios oscuros buscando pareja
apurandose un sabado mas.
Hay un hombre sentado a un piano
la emocion empapada en alcohol
y una voz que le dice pareces cansado
y aun no ha salido ni el sol...

Toca otra vez viejo perdedor
haces que me sienta bien
es tan triste la noche que tu cancion
sabe a derrota y a miel.




7 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Una de mis canciones favoritas... ya la echaba de menos yo en esta chronosfera :-)

2:07 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Una de mis canciones favoritas... ya la echaba de menos yo en esta chronosfera :-)

2:07 p. m.  
Blogger jg@ said...

Me encanta la foto!! Y la canción!! Tanto esta versión como la original de Billy Joel:

http://www.youtube.com/watch?v=73U4tfs0zYI

4:03 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

A mi me encantas tu FLOWER! Un besote!
(y otro bien gordo "pa ti" JULITO!)

4:24 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Que me he puesto colorá.... :-DDDDDD

6:43 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

jajaja ahora has conseguido que me pase todo lo que queda de tarde tarareando esta canción... Por cierto, en tu pequeño rincón literario ¿no se pueden dejar comentarios, verdad?... Bueno, hazte cosquillas o Alalluna, Alalluna o hazte cosquillas; la verdad, me da lo mismo, elige lo que más te guste como enlace... Ahora, mientras tarareo, voy a ver si te enlazo a tí también!!. Saludos desde mi luna

7:20 p. m.  
Blogger Ana said...

Tienes trescientos frentes abiertos!!

Bien...como tú me has regalado un bonito poema, te regalo un cursi relato en el que me serví de esta misma canción.
Te adelanto que a mí no me gustó.
Y que es muy laaaaarrrrrgooooo.

EL HOMBRE DEL PIANO
Esta es la historia de un sábado
de no importa qué mes
y de un hombre sentado al piano
de no importa qué viejo café

sms: "el sábado en tal sitio y a tal hora."

Es un café. Con una tarima. Con un piano. Con un hombre sentado, acariciando las teclas. El piano es viejo y suena limpio y afinado.
Toca con los ojos cerrados. No hay partitura. Apenas se le distingue la cara entre su cortinaje de muelles negros que se balancean suavemente.
Me siento en una mesa pequeña, redonda, cerca de la tarima, estaba reservada. Pido un café solo y hojeo el periódico con manos temblorosas. No sabía que iba a tocar, pensaba que era una cita, simplemente.

Toma el vaso y le tiemblan las manos
apestando entre humo y sudor
y se agarra a su tabla de náufrago
volviendo a su eterna canción

Está tocando el piano como yo nunca le había oído tocar. Nunca. Le arranca gemidos con las yemas de los dedos. Recuerdo un tiempo en que yo fuí su piano.
Durante un tiempo que se me antoja eterno va desgranando melodías que yo escuché esbozadas y que han llegado a ser piezas musicales completas. Muy apasionadas. Esta música no deja indiferente. Algunas son tremendas, otras tristísimas, otras muy melancólicas. Y otras simplemente delicadas, tan etéreas que parece que las teclas se pudieran desprender en cualquier momento y llenar el aire cargado de humo de notas de todos los colores.
Escucho sin levantar la cabeza del periódico.

Sé que no puede verme, estoy detrás de él. Pero sé que me huele. Es un sabueso.
Estoy francamente impresionada de la colección de melodías, o canciones, o llámalo como quieras, que ha conseguido. Estoy emocionada y orgullosa, aturullada y abrumada. Toda yo soy un participio pasivo. Las sensaciones se apoderan de mí y no soy capaz de sobreponerme.

Fumo un cigarro tras otro. Sigo temblando. Sobre todo creo que es de asombro. Todas aquellas partituras a mis pies en la madriguera han ido tomando cuerpo y me atraviesan las meninges y me encogen el alma. Es pasión pura. Todo lo que toca lo convierte en puro pathos. Terribilità.

El micrófono huele a cerveza
y el calor se podría cortar
solitarios, oscuros, buscando pareja
apurándose un sábado más

En un breve descanso desciende de la tarima y sin dudarlo un momento y sin siquiera mirar para comprobarlo, llega hasta mi mesa y se sienta. Me besa en la frente. Está bellísimo. Cansado y sudoroso, acusa el sentimiento que derrama en su música. Me roba mi enésimo cigarro, se apura mi café...genio y figura.
- Te gusta?
- Me derrite. De dónde sacas tanto?
- Del vacío. Dónde te metes?
- Donde siempre.
- Tengo que seguir. Me esperas y tomamos algo, eh?
- Eh.

Y sigue dejándose la piel sobre el piano una media hora más, yo creo. Y finalmente se gira, se pone de pie y me llama sin decir ni media palabra. Y me invita a sentarme con él en la banqueta. Y bajo los hipnóticos efectos de los ojos más negros que imaginarse puedan, subo y me siento a su lado. Y sin que nadie nos oiga, porque nadie está escuchando, me dice lo siguiente:
- Esta es la canción sin letra. Esta es la canción que te trajo hasta mí y que nadie más que tú y yo podremos cantar. Dime qué música tengo que hacer ahora para que vuelvas a pisotearme las partituras siempre que quieras.
- La música que tienes que hacer no se escribe en partituras. La hace la lluvia en tu pelo, tus manos entrelazadas con las mías y nuestros dientes chocando.
Y mientras nuestras piernas se aprietan una contra la otra en esa maldita y diminuta banqueta, suena mi canción, que nunca tendrá letra. Y toca el piano clavándome los ojos en el cuello. Y sé que esta historia nunca tendrá fin.

Pero siempre hay borrachos con babas
que le recuerdan quién fue
el más joven maestro al piano
vencido por una mujer.

Toca otra vez, viejo perdedor
haces que me sienta bien
es tan triste la noche que tu canción
sabe a derrota y a miel




Si has llegado hasta aquí, es que sufres de insomnio.
Beso:)

11:09 p. m.  

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