Jerichó
Todo comienza con el avistamiento de un hongo nuclear en el horizonte, una explosión que incinera la metrópoli americana de Denver en pocos segundos. En el estado vecino de Kansas se encuentra una pequeña ciudad rural llamada Jericó, como su homónimo bíblico, que queda sumida en el caos más absoluto. Sus habitantes se preguntan si son los únicos americanos con vida. El miedo a lo desconocido lleva al pueblo a un tumulto social, psicológico y físico, cuando se pierden todas las comunicaciones con el exterior y dejan de recibir electricidad. El pueblo comienza a desmoronarse, mientras que el terror, la ira y la confusión sacarán lo peor que algunos residentes llevan dentro.
Confieso que me encanta el genero catastrófico, así que como al igual que en “Perdidos”, la incertidumbre sobre todo lo que concierne a la debacle me atrapó desde el primer episodio.
No me gustan la mayoría de las interpretaciones, ni el omnipresente hedor a nacionalismo yankee y encuentro un poco escasa la dosis de suspense, pero al menos no aluden a los héroes, ni a las fantasmadas para impresionar a la audiencia. Contemplamos el derrumbe de la realidad desde la óptica de un pequeño pueblo de la América profunda. Cada capitulo narra historias sobre los habitantes de Jericó y sus relaciones humanas tras la catástrofe, empastándolas con la trama general: el misterio que rodea a la hecatombe nuclear que parece haber destruido medio país y sumido en la edad media al resto…
Entretenida.